Por amor a Judit by Meir Shalev

Por amor a Judit by Meir Shalev

autor:Meir Shalev [Shalev, Meir]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


3

Una vez, eso contaban los viejos, un barquito de papel desapareció río abajo.

—Era lo peor que le podía pasar a alguien. Si el barquito de un muchacho se iba muy lejos y desaparecía, éste ya nunca tendría reposo. Incluso aunque se casara con alguien, nunca encontraría sosiego. Aquel barquito continuaría navegándole por la cabeza durante toda la vida y cada noche le llegaría a una mujer diferente.

Sesenta años más tarde llegó al pueblo una mujer joven a la que nadie conocía y fue directamente a casa de un campesino llamado Nozdriov, que tenía ochenta años y a quien ninguna mujer quería ya.

—Desde que el barquito de papel le había desaparecido, se había casado en cuatro ocasiones y sus cuatro esposas habían muerto inmediatamente después de la boda. Si algo así sucede es señal de que Dios quiere decirte algo.

La visitante tiró repetidas veces de la campanilla, pero la vejez le había debilitado el oído a Nozdriov. La mujer estuvo llamando con los nudillos y gritando, hasta que finalmente abrió la puerta ella misma y entró. Cuando le tocó el hombro al anciano, éste se volvió hacia ella con una sonrisa que le había iluminado el rostro antes incluso de que comprendiera por qué, y sólo entonces reconoció a la hermosa joven que había anidado durante tantísimos años en sus sueños y a la que, en muchas ocasiones, había visto expulsar de ellos a otras mujeres.

Se le llenaron los ojos de lágrimas. Él sabía que enseguida se despertaría y que la mujer, como de costumbre, se esfumaría. Pero la visitante rodeó con unos brazos aromáticos y muy reales el arrugado cuello del hombre y atrajo aquel débil cuerpo hacia el encanto cálido y húmedo de sus pechos.

La lengua de la joven no encontró ni un solo diente en la boca del anciano, pero aquel mismo día se presentaron los dos en la iglesia y la mujer le mostró al atribulado cura el barquito de papel que habían echado al río muchos años antes de que ella naciera y que le había llegado con los pliegues bien marcados y las letras bien claras, tras un viaje de sesenta años y a trescientos kilómetros al este de donde había sido botado.

—Llevo andando desde entonces para encontrarlo —dijo señalando al anciano—. He estado buscándolo a lo largo del río.

—Y llevaba una ramita en la mano —me explicó Jacob—. La gente que anda buscando a alguien lleva siempre una ramita como ésa. Hay personas que saben encontrar agua bajo tierra con una ramita así, ¿lo sabías, Zeide? Van andando igual que nosotros cuando buscamos algo. Esperando a que la rama se incline, a que el barquito llegue, esperando a que nuestro corazón grite por fin, a que nuestro rabo apunte hacia arriba, a que nuestros ojos vean bien hondo en el interior de la tierra. Tu madre iba así por el campo. Se ponía un vestido bonito y, atravesando los campos por el sendero, llegaba hasta la carretera y desaparecía por las colinas durante medio día.



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